
El sopor aletarga mis articulaciones, miro al suelo, me tumbo y dejo mis ojos en paralelo a la tierra sintiendo ardor en mi vientre y veo una especie de humo que serpentea y sube del suelo, ahora comprendo por que me arde el vientre, los muslos, las rodillas, la puntita de los pies. El calor es insoportable, pero mis articulaciones están rígidas, pegadas, me siento paralizada. Dejo escapar un ligero resoplo por mi nariz y levanto polvo, polvo caliente. Entonces me doy cuenta… una estúpida hormiga se dispone a subir por mi barbilla; la veo gigante, con mi ojo pegado a la tierra y veo sus patas trabajando rápido, es enorme, es negra, no tiene pelo; sonrío levemente y me doy cuenta que mi postura es la que la hace mayor, no debe ser tan grande. Sigo pegada, sigo aletargada, sigo sudada. Aunque mis rodillas están adormecida consigo levantarme del suelo y me siento, hace calor, canta la chicharra y el humillo sigue ascendiendo de la tierra. (amanita)
1 comentario:
buen relato para estos días tan carentes de sol... me sentí recostada en la arena caliente de las playas del norte, en pleno febrero... qué nostalgia
saludos!
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