Alicia se quedó un rato contemplando pensativa la seta, en un intento de descubrir cuáles serían sus dos lados, y, como era perfectamente redonda, el problema no resultaba nada fácil. Así pues, extendió los brazos todo lo que pudo alrededor de la seta y arrancó con cada mano un pedacito. -Y ahora -se dijo-, ¿cuál será cuál?

miércoles, agosto 09, 2006

Efélide interior



Se cerró la noche y con ella un capítulo mas.
Sembrada de dudas las estrellas miraban,
tu boca, la mía, espumas y sal,
tu mano mi mano, abrazo de amor.

Se cerraron mis ojos y la luz se fue.
Mis pestañas empapadas , goteaban
rencor,
mi corazón roto, rajado, hundido, negro.
mi alma en vela, sin llave ni cajón.

Se hundieron mis pies en el barro.
Clavados hasta los tobillos de pasión,
perdieron el rumbo en la senda oscura,
la vida con ellos sin miedo se fundió.

Se esfumaron mis lazos, mis brazos.
Se fugaron mi alma con el sol,
con la noche mi cuerpo se funde
por tu piel serpenteando mi olor.

(amanita©)

lunes, agosto 07, 2006

Mis manos fueron creadas para ...


Se que mis manos habían sido creadas para un único fin. He intentado multitud de veces buscarle otro oficio, otra postura, otra templanza. Recuerdo que a veces cogía el lápiz en un afán irrisorio de protagonista pictórica, movía los dedos, la palma, la muñeca, separaba la vista y me creía una dama de la pintura, luego encerraba mi bloc de nuevo en el cajón y lo dejaba dormir nuevamente meses y meses.

Otras veces mis manos moldeaban arcilla, quizás buscando nuevamente el afán de las bellas artes, no estaban mal aquellos conatos de jarroncitos, aquellas replicas de platos como los que mi abuela mantenía sobre la chimenea.

Me llenaba los dedos de anillos y tumbada en la arena de la playa elevaba las manos haciéndome de persiana biológica a mis ojos, Miraba los dedos, miraba las uñas, esos bultitos que sobresalían en las falanges, por dios, cuantos anillos me había puesto, se me quedarían las marcas y los dedos parecerían pasos de cebra de circulación.

Alguna que otra vez pagué por que me retocaran mis cutículas y mis uñas, mas que nada por el mero placer del toqueteo que te ofrece la agradable esteticien. Al finalizar, OH Dios! ese maravilloso masaje con crema hidratante que te hace cerrar los ojos y desear más y más y que esa sensación placentera ascienda por todo el brazo.

Todo era inútil, sabía que mis manos habían sido creadas para otro fin.
Mis manos adoptaban posturas, formas, aperturas… mis dedos se abrían como el varillaje de un abanico. Mis dedos se estremecían y cruzaban. A veces los dirigía a mi boca y mordisqueaba algún lateral de una uña, a veces los chascabas acompañando una irreal tonadilla en mi cerebro. Siempre las tenía pulcras y bien cuidadas, las manos son importantes, las manos son necesarias, las manos son compañeras.

Que risas me dio aquella primera vez que vi mis uñas pintadas, mis dedos pequeños y redonditos, con aquel extremo distal pintado de rosa chicle. Pero me sentí mayor, me sentí mujer con aquello en mis uñas.
También recuerdo mis manos desenredando mi pelo de niña, y aprendiendo ellas solitas a hacerme las trenzas, por cierto, siempre una quedaba mejor que la otra, siempre.

Tocar la masa de un bizcocho con mis manos fue también un mágico descubriendo, esa sensación blanda y pegajosa mezclando y removiendo, diríamos que es un compendio del manoseo del barro de mi precaria arcilla y el masaje desestresante de la agradable esteticien.

Y que decir de esos innumerables intentos de atrapar en las cuencas de tus manos todo el mar del mundo? Abres ambas palmas, las juntas y las pones en forma de tazón primario, llenas el recipiente de agua y se va, se va, se va entre las uniones de ambas palmas y entre los dedos prietos y abrazadores del contenido que portan las manos. Entonces comprendes que jamás retendras el mundo en tus manos, ni en tu mente, ni tan siquiera en tu corazón, igual te sucederá con los pensamientos, las ideas, las emociones. Apretaras y siempre encontraran la vía natural de escape.

Así fue como dejé abiertas mis manos y entonces el espectáculo fue aun superior al contemplar que la poceta de agua se expandía y surcaba cada línea de mi mano hasta caer en bellas cascadas entre mis dedos abierto.

Decidí entonces que todo en mi vida sería así, manso, abierto, claro, como el agua al tomar su cauce natural y caer en hilos transparentes entre mis dedos.

Por eso digo que mis manos fueron creadas para otra cosa, después de mucho probar, buscar, experimentar, descubrí que mis manos habían sido creadas para tocarte, para rozarte, para dibujarte, para amasarte, para adorarte, para beberte, para dejarte correr, para sentirte, para gozar, para ti, en una palabra, mis manos fueron creadas para Ti.

(amanita ©)

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